SANDRA MORÁN: LA POLÍTICA QUE ROMPIÓ EL HETEROPATRIARCADO EN EL CONGRESO
En Guatemala las mujeres pudieron hacer uso del sufragio universal en 1965; en 1956 Rosa Castañeda fue la primera mujer en llegar a ocupar una diputación en el Congreso, y en 1986 fue electa la primera diputada Indígena: Ana María Cuya Cuxil, por el distrito de Chimaltenango. La historia de las mujeres está llena de primeras veces, tal es así que en el 2016 llegó al Congreso la primera diputada abiertamente lesbiana. Ha sido un paso lento y sísmico para que las mujeres accedan a espacios de poder, a pesar de ser más de la mitad de la población en el país.
Por Ana Alfaro
El hecho de que las mujeres tomen los espacios de toma de decisiones en los tres poderes del Estado, ha sido una ruta de pequeñas victorias ante la resistencia para que ellas no ocupen estos lugares. Se han abierto posibilidades, incluso para las mujeres lesbianas.
Sandra Nineth Morán Reyes, feminista, exdiputada por el partido Convergencia de 2016 a 2020, abrió una puerta en esta institución para ser la primera mujer abiertamente lesbiana en el hemiciclo parlamentario, tan controlado por el conservadurismo, machismo, heteronorma y los conocidos “padres de la patria”. Ante este escenario, consiguió lo que considera Morán, una sendero que no debe cerrarse, “abres un camino con un machete, si no viene nadie detrás, eso se cierra”.
Política, activista, feminista, educadora y música, Sandra es integrante del Movimiento de Mujeres con Poder Constituyente, integrante del equipo motor. Actualmente, maneja la coordinación política de la Alianza de Mujeres Indígenas por el Acceso a la Justicia (AMI), y es la coordinadora de la Escuela Internacional de la Organización Feminista Berta Cáceres.
El partido Convergencia, que la llevó al palacio legislativo de la octava legislatura, se preocupó por hacer una alianza con los movimientos sociales. Una decisión pocas veces vista, ya que Morán señala que “hay organizaciones que piensan que no le corresponde a la dirigencia de la sociedad civil dar el paso”.
Ser lesbiana y feminista en el Congreso
Ser la única lesbiana visible en una curul del congreso, con una voz fuerte cada vez que tomaba el micrófono, trajo a Sandra una responsabilidad más grande.
“Era importante asumir esas identidades como identidades de lucha, identidades políticas, porque el Congreso es un órgano de representación. Entonces, si había la posibilidad de traer al Congreso esa representación, era importante también allanar el camino. Y eso quedó en la historia. La única mujer lesbiana, espero no ser la única”, expresa.
Crédito: Congreso de la República de Guatemala
Los insultos, las burlas y las confrontaciones entre diputados y diputadas se han visto públicamente cuando las sesiones son documentadas por la prensa o videos en el pleno, y como dice la activista “es un espacio donde también se reflejan los prejuicios que tiene la sociedad”.
Hay congresistas con papeles nefastos en su legislatura como Javier Hernández, que llegó ebrio a trabajar; o como Álvaro Arzú Escobar, que se indignó ante la propuesta de que los impuestos del pueblo ya no fueran utilizados para los almuerzos y comidas de los y las diputadas. Sin embargo, para Sandra la interpelación era algo que estaba presente: “resulta que uno tiene que ser el mejor de los mejores, porque si no, no se dan cuenta. Así que había que asumirla (la diputación) con dignidad y había que asumirla bien. Y creo que así fue”.
Ser política
El legislativo es además un puente para se aprueben o no leyes y acciones en el país. Ella declara que en cuatros años obtuvo un conocimiento impresionante del Estado. “El movimiento de mujeres está enfocado en los derechos de las mujeres y aprendes varias cosas, pero en el Congreso aprendes del Estado y su funcionamiento y lo entiendes y ves cómo funciona”.
Cuando Sandra fue diputada, también estaba en el Gobierno el comediante Jimmy Morales y se desató el ataque contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el crimen del Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción y la impunidad tomó fuerza.
“Yo estuve allí cuando nació el pacto de los corruptos, entonces también fue muy difícil enfrentar cara a cara al pacto de los corruptos. Y eso significa enfrentar ese poder terrible. Fue un reto enorme estar allí y apegarse a los principios y a la dignidad que uno tiene, entonces eso me dio mucha experiencia, mucha experiencia personal también”.
En ese momento Sandra también hizo algo impensable en la política: cruzar las fronteras de poder. “Cuando entras al Congreso, hay una caja, de aquí para allá no pasas. Está establecido. Pero nosotras, le dije a mi equipo, no me digan que si hago esto me quita votos, porque entonces no voy a hacer nada. Es decir, si el punto de partida es si tienes votos para los próximos, y con eso ya no eliges, entonces mejor no hagas nada. Yo siempre les dije, no me digan eso, ayúdenme a hacer lo que yo me propongo hacer.
Crédito: Andrea Ixchú
De las 22 leyes que propuso, una logró aprobarse, la ley Isabel-Claudina, que permite buscar inmediatamente a las mujeres desaparecidas. Además, fue la primera mujer en presidir el Foro de Diputados. Desde la curul logró que se tomaran en cuenta propuestas para la diversidad sexual, identidad de género, desarrollo económico para las mujeres y la más temida por los provida: prevención, atención y reparación digna a las niñas que sobreviven a la violencia sexual. Esta última atrajo desinformación por mencionar la palabra aborto. “Las organizaciones de mujeres llevamos años hablando de eso, pero a nivel del Congreso de la República es la primera vez que se habla del aborto. Y eso lo hicimos casi desde el 2016, cuando empezamos con la organización Mujeres Transformando el Mundo, cuando empezamos a discutir la posibilidad de hacer esta ley”.
Gracias a su desempeño en el Congreso, temas de derechos humanos que producen más miedo a los sectores antiderechos y conservadores, lograron tener voz. “Se rompió y abrió el campo. La primera vez que las personas trans entran al Congreso, la primera vez que se lee una ley en el Congreso”.
“Quitarles el poder”
¿Cómo logró esquivar el odio, la lesbofobia y hasta las amenazas de muerte que recibió la excongresista? Ella responde con un claro “No hay que darles el poder. Si no te pones en la situación de ser víctima o de ser afectado, no les das poder. La cuestión aquí es no darles poder”.
Según el informe de las Naciones Unidas, “Participación política de las mujeres en Guatemala, una mirada hacia la paridad democrática”, Guatemala se encuentra en el puesto 18 de un ranking de 19 países latinoamericanos de participación política de las mujeres. Solo por delante de Brasil, las mujeres ostentan apenas el 13,9% de los escaños en el Congreso de la República de Guatemala.
La violencia para que las mujeres se queden en su casa o realicen tareas “para las mujeres”, es fuerte, menciona el estudio “La Violencia en las interacciones de la red social X durante la Campaña Electoral 2023”, que encontró 3 mil 989 comentarios de mensajes que corresponden a ataques verbales e insultos; el 36 comentarios a amenazas directas o indirectas hacia la persona, y 21 comentarios se refieren a algún tipo de hostigamiento. Hay amenazas y hostigamientos hacia los y las candidatas monitoreadas, el 53% corresponde a agresiones físicas; el 39% sobre repercusiones legales, 3% agresiones sexuales y el 6% de otro tipo.
En el caso de las candidatas mujeres es muy frecuente que, además de los anteriores insultos y ataques mencionados, se emplee la palabra “vieja”, mensajes sobre que las candidatas deberían de ser sumisas o enfocarse en desarrollar actividades domésticas en lugar de la política, hasta referencias denigrantes sobre los órganos sexuales de las candidatas.
Estos datos exponen la violencia a la que son sometidas las mujeres cuando se postulan a cargos políticos.
Morán ha estado tanto en la política como en los movimientos sociales, “Soy integrante de la Alianza Política Sectorial de Mujeres desde su fundación, y desde ese espacio, impulsamos la organización de las mujeres a nivel nacional, el Foro Nacional de Mujeres, las políticas públicas, algunas de las leyes. Fuimos las encargadas de organizar la Marcha del 8 de marzo durante muchos años. Incluso, ahora, el sector sigue siendo el llamado a organizar la marcha”.
A pesar de las violencias y cuotas de poder alcanzadas, las mujeres todavía no han concretado obtener un partido político feminista. Ante esta pregunta si Guatemala está lista para hacer un partido político, ella responde: “Si vamos a esperar a que Guatemala esté preparada, lo hacemos sentados. Yo creo que si se va a hacer, que se haga. Ahora, eso implica mucho trabajo. Implica trabajo, implica compromiso, implica recursos, implica muchas cosas”.
Si el movimiento feminista ya ha alcanzado a posicionar las voces de las jóvenas, un partido político podría ser una posibilidad más grande para que más mujeres lleguen al poder. “No tenemos que esperar el momento en que Guatemala esté lista. Guatemala estará lista cuando eso suceda. Creo que hay gente que se entusiasmaría y como país, necesitamos entusiasmo, porque nos enfrentamos a muchas frustraciones, a mucha confusión”.