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La sanación: una apuesta política

El informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), que se realizó para investigar los hechos ocurridos durante la guerra en Guatemala, que duró 36 años, en sus conclusiones señala que aproximadamente una de cada cuatro víctimas directas de violaciones a los derechos humanos y hechos de violencia fueron mujeres.

Estas mujeres, en algunos casos murieron, en otras fueron desaparecidas, torturadas y violadas sexualmente, algunas fueron víctimas de las masacres. Además, miles de mujeres perdieron a sus esposos, quedándose viudas y como único sostén de sus hijos, a menudo sin recursos materiales luego de la destrucción de sus casas y cultivos en las operaciones que cometió el ejército contra las poblaciones.

Lo que indica la CEH son puntos de referencia para explicar la situación actual que viven las mujeres en la sociedad guatemalteca. La violencia contra las mujeres indígenas y no indígenas, tiene una base estructural en el Estado guatemalteco formado por una historia violenta. Las causas de los femicidios, maltrato intrafamiliar, la exclusión y discriminación en la sociedad entre otras están relacionadas a la guerra interna.

Dentro de la memoria histórica es importante resaltar los casos que se han estado llevando durante estos años en el sistema judicial, como el caso de Mujeres Achí, Molina Theissen, Sepur Zarco, Luz María y Hogar Seguro, han sido procesos largos que al mismo tiempo, para cada una de las mujeres que se han presentado ante un podio a declarar es desgastante emocionalmente porque vuelven a recordar lo vívido.

Ante estas experiencias la abogada Haydée Valey, una de las representantes legales de las Mujeres Achí, indica que el procesos de sanación es imprescindible para poder recibir justicia.

Si no hay un proceso de sanación, no se puede pensar en justicia. Yo creo que es un paso inicial el buscar la sanación y cómo insertarse en ese proceso de recuperación emocional de reconstrucción de la vida.” Indica la abogada Valey, señalando que la sanación es un primer paso para luego pensar en un proceso judicial ante el sistema oficial de justicia.

Según su experiencia es casi imposible que no se pueda comenzar a pensar que se tiene derechos cuando las personas están con traumas tan profundas y graves, y no han tenido ese proceso de sanación espiritual y emocional psicológica por lo que es importante que las mujeres sobrevivientes pasen por este proceso.

En el caso de las Mujeres Achi “se tuvo que trabajar en un primer momento, la sanación”, continúa, exponiendo que “fueron varias etapas, y que hubo una evolución en cómo se fue dando esa atención,”, indica que fue uno de los primeros pasos y luego entendieron que la atención psicológica o psicosocial era el inicio de la sanación.

Atención integral y pertinente

La atención brindada en estos casos busca que sea personalizada y sobre todo pertinente, como explica Valey “en algunos lugares es común o que se pueda tener algún profesional que incluso hable el idioma local o que sea de la propia cultura de las sobrevivientes”.

En realidad eso sí fue difícil en Rabinal, indica Valey al considerar que fue uno de los municipios más golpeados por la violencia y hubo generaciones que prácticamente dejaron de hablar el idioma. Las nuevas generaciones recientemente están logrando acceder a una educación universitaria y profesional, “mayas profesionales de la psicología”, expresa Valley.

Este acompañamiento en su propio idioma, con una mayor vinculación a las prácticas tradicionales de la cultura Achi, es importante porque respeta los derechos de los Pueblos Indígenas según el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo en su art. 5 sobre el reconocimiento a sus prácticas ancestrales.

Todo esto animó a un mayor interés y peticiones de otras mujeres para poder incorporarse en este proceso, y eso fue el resultado de la sanación y la resiliencia, plantea la abogada, con relación al caso de Mujeres Achi

De la sanación personal a la colectiva

La sanación es un proceso psicológico, que empieza desde una decisión personal. La terapeuta K’iche Sara Medrano, reflexiona que para poder sanar es importante aceptar todo lo que se ha vivido, porque es así como se reconoce el origen del dolor. 

En sus propias palabras, la sanación, es una herramienta que ayuda a dejar aquellos sentimientos negativos que se han llevado por años. El primer paso para hacerlo es hablar. “Cuando una no suelta la rabia, el odio y el rencor por tanto daño, lo que hace es que una se enferma”, expresa Medrano.

Medrano vivió parte de la guerra interna y dentro de sus procesos de sanación, menciona que sanó físicamente el asma. “Cuando yo era niña no podía llorar, no podía hablar, me tapaban la boca para que no nos encontrarán, mis papás fueron catequistas y por eso los persiguieron”, recuerda Sara. Sin embargo, esto no solo se aplica en los eventos de la guerra sino también en la actualidad, en donde muchas mujeres han tenido que callar diversas violencias en la sociedad actual. 

La psicóloga Medrano indica que es importante fortalecer el habla, poder expresar todo aquello que ha pasado; para romper ese trauma intergeneracional, en donde se ha traslado el miedo. “Es un hilo de trauma continuo y repetido, entonces los cuerpos colectivos estamos afectados por un trauma colectivo y por eso la importancia de hacer sanación colectiva y poder deshacerse de estos efectos de abuso y violencia”, expresa.

La sanación no sólo es sanar el trauma, sino recuperar, fortalecer y resignificar la historia personal, según Medrano. Este proceso implica una serie de actos de  bienestar. Medrano afirma que hay un punto importante y es que no solo se sana de manera individual, sino también en colectivo en donde pueden acompañarse unas a las otras, explica que hay muchos caminos y que cada una encontrará el camino para su propia sanación y luego ayudar a sanar al colectivo

La sanación, una apuesta política 

Se ha entendido que la sanación es una propuesta política que permite restablecer el cuerpo, la mente y la identidad para vivir libremente. Es un ejercicio de soberanía y empoderamiento de la vida y que no solo es una práctica íntima sino también colectiva.

En la guía de “Justicia que queremos construir”, se habla que las organizaciones, colectivas, sobrevivientes, comunidades y personas disidentes sexuales y de género de Abya Yala y México han buscado la justicia que anhelan de diversas estrategias políticas. 

Dentro de las colectivas se ha hablado que la sanación ayuda a romper con la vitimización, la culpa, el miedo, la discriminación y las limitaciones de sus derechos. En ese sentido, han liberado los impactos de la violencia estructural y cotidiana, así como a las injusticias vividas sistemáticamente a lo largo de la historia.

Asimismo, afirman que la sanación es una estrategía de justicia que fortalece a las mujeres como sujetas políticas, para resistir, persistir y enfrentar los contexto de violencias que se siguen viviendo dentro de los activismos y de la vida. Tal y como lo dice Lorena Cabnal “La sanación es un acto personal y político que las mujeres también interpretan como una forma de proteger su cuerpo y la tierra con el fin de hacer frente al desgaste actual de las mujeres”. La sanación es una acto político que deriva de la importancia de liberarse y despojarse de los efectos de violencias y las opresiones.