Disputas lingüísticas: “lo que no se nombra no existe”
Es común que en Internet haya una discusión en torno al lenguaje. A quién representa, desde donde se regula, cómo y qué se transforma, quiénes lo crean. Resurge también la frase acuñada por el filósofo, crítico y teórico de la literatura George Steiner “lo que no se nombra no existe” para plantear cómo el lenguaje puede transformarse para representar distintos grupos de personas.
Desde el feminismo, se han identificado las formas de creación de conocimiento centradas en los hombres, hablando de androcentrismo o poner a los hombres en la centralidad del pensamiento. Asimismo, las mujeres han denunciado cómo el masculino genérico utilizado en el idioma español, ese donde para decir humanidad se usa “el hombre”, para referirse a las personas de usa “los”. Incluso, en algunos tuits de la Real Academia Española esta institución conformada por una mayoría de hombres, señala como lo correcto es decir “los feministas”. Cuando se trata de solo mujeres, consideran correcto decir “las” feministas.
De todas estas discusiones, un concepto ha sido objeto de fuertes debates es el “lenguaje inclusivo”. Este hace referencia a muchas alternativas de escritura y habla donde no se utilice el masculino genérico, es decir, donde el género de los sustantivos no se plantee exclusivamente con la “O”.
El género es una categoría teórica social, pero también gramatical. Desde la lingüística, se entiende como “una propiedad gramatical, de carácter inherente, de los sustantivos y ciertos pronombres que se manifiesta de forma especial en su combinación con determinantes, cuantificadores, adjetivos y participios. Según su género, los nombres son masculinos o femeninos. En español no existen sustantivos neutros, a diferencia de lo que ocurre con algunos determinantes, cuantificadores y pronombres”.
Esta es una definición de la RAE, la institución a la que muchas personas apelan para recalcar que nombrar todo en masculino no es invisibilizar, sino escribir bien. Otras mencionan que el lenguaje verdaderamente inclusivo es el que facilita la comunicación para personas con discapacidad y no cambiar el género de las palabras.
Algunas de las alternativas planteadas por ONU Mujeres México han sido reemplazar algunas palabras como “los ciudadanos” por “la ciudadanía”.
También se plantea el uso de la letra “x” o “e” como sustantivo neutro, como sucede en otros idiomas. Esto también se ha aplicado en los pronombres, desde donde se plantea el uso de “elle” como parte de la identidad de las personas que se identifican como no binarias. De hecho, este fue el tema que generó discusión en los últimos días respecto al lenguaje:
https://news.culturacolectiva.com/especiales/companere-andra-escamilla-denuncia-discriminacion-video-viral/?__twitter_impression=true
Sobre el uso de la “x” como neutro, muchas mujeres también plantean que esta letra no es neutra sino que plantea otra invisibilización hacia ellas.
Pero también hay muchas otras voces que recalcan el dinamismo del lenguaje, que se transforma con el tiempo y con el uso que la sociedad hace del mismo. Se apela a que las normas ortográficas son referencias para facilitar la comunicación y no leyes que se infringen y se sancionan.
Y es que la misma RAE reconoce en la Nueva Gramática Básica que los grupos comunes en cuanto al género también han ido variando por el uso general. Por ejemplo, preside-nta es una terminación reconocida como correcta por cómo su uso se ha generalizado en tantos países.
Las mujeres también han señalado cómo en el uso del lenguaje se visibilizan las relaciones desiguales de poder y la distribución sexual del trabajo. Por ejemplo, no era raro para nadie escuchar “sirvienta” pero sí generaba rechazo la palabra “presidenta”, aduciendo que la forma “correcta” era “la presidente”.
La discusión sobre el lenguaje ya contiene en sí un reconocimiento de cómo éste evoluciona con el tiempo y los usos, con las discusiones políticas que surjan en cada contexto social. Es una demostración de que en el terreno de las palabras también hay disputas de poder y conservadurismo, en el sentido de oposición al cambio. Pero el lenguaje no es inerte, y conforme las sociedades cambian este lo hace también.