Anibex Abreu, la artista de las botellas
Anibex vive en el Casino Deportivo, un reparto de La Habana. De camino para su casa, la gente suele perderse un poco, porque todos los edificios de por ahí se parecen mucho. Si preguntas dónde encontrar a Anibex Abreu Rosales, quizás no sepan decirte dónde es, pero si preguntas por la artista de las botellas, te llevarán hasta la puerta de su casa.
Por Isabel Cristina
Así la ven en su barrio, como una maga que transforma en milagro la botella recogida del basurero. Su jardincito amanece todos los días con nuevas botellas que parece dejarle la noche de regalo. Pero en realidad, son las y los vecinos quienes meten por debajo de la rejita los frascos que antes tiraban, sin retorno, a la basura.
Cuando conocí a Anibex, hace casi diez años, ella hacía teatro con niñas, niños y adolescentes con necesidades especiales. Ese era su espacio para salvarse de los dilemas de la vida cotidiana. La pandemia del COVID- 19 llegó a Cuba a principios de 2020 y se cortaron todos los vínculos presenciales para evitar la propagación.
En esa etapa tan compleja, muchas personas en el mundo tuvieron que replantearse sus profesiones, sus oficios y sus estilos de vida. Ella se encerró en la casa con sus dos hijos y sentía la necesidad de encontrar, en ese aislamiento, una manera de conectar con sus impulsos creativos, con la vida y con la belleza. Eso la inspiró a cortar su primera botella. Y ese primer corte, ingenuo e imperfecto, fue el inicio de devuelta, el proyecto que hoy enciende su vida.
Desde que era niña, Anibex recogía botellas entre las familias del barrio para evitar que fueran a la basura, sentía que merecían una nueva oportunidad. Con la madurez de los años, eso que antes era instintivo, se convirtió en una fuerte conciencia del reciclaje y el respeto por el medio ambiente.
Por otra parte, el vidrio siempre le gustó como material, entonces investigó y se mandó a hacer una maquinita rudimentaria para cortar botellas. Compraba el alambre de nicrom en un agromercado para hacer la resistencia y cortar con calor. El alambre generalmente se vendía para hacer duchas eléctricas y los vendedores no imaginaban que ella lo quería para cortar botellas. Cuando tuvo listas todas las herramientas y unos cuantos frascos, comenzó a probar el corte guiándose por tutoriales de Internet. Así comenzó un estudio permanente, una nueva manera de ver el vidrio y de asumirse como eterna aprendiz de un material hermoso e impredecible.
Comenzó lijando a mano y luego pasó al trabajo con el diamante, con una tecnología similar a la que se usaba en las ópticas para los lentes de vidrio. Ella misma diseñó su primera máquina y logró dar con el tornero indicado que realizó lo que ella tenía pensado. Ahora tiene dos máquinas, una vertical y otra horizontal, diseñadas por ella y confeccionadas con materiales reciclados. Después de un tiempo de trabajo, creó devuelta, un estudio-taller de suprarreciclaje de frascos de vidrio. Este proyecto amigable con el medio ambiente fundado en 2020, es una de las experiencias más atractivas en el mundo de los emprendimientos liderados por mujeres en la Cuba actual.
Su motivación para dedicarse al vidrio no ha sido puramente económica, aunque hoy por hoy su trabajo representa el único sustento para ella y sus dos hijos. En los inicios comenzó haciéndolo porque le gustaba mucho, era una joven pasión con todo el atractivo del mundo, y con el tiempo, se fue dando cuenta de que podía generar ingresos con su trabajo.
El vidrio es un material accesible, muy fácil de conseguir en cualquier esquina. Actualmente algunos emprendimientos cubanos dedicados al reciclaje le donan las botellas, otras llegan por amigos, familiares y conocidos. Pero lo más lindo es que, después de cuatro años, ha empezado a cambiar la mente de las niñas, niños y los adultos de su entorno.
Anibex ha ganado en maestría y especialización: las posibilidades del vidrio son infinitas. A través del suprarreciclaje ha conseguido crear más de cuarenta productos; con los envases de vidrio ella puede crear vasos, tazas, jarras, copas, pequeñas fuentes, azucareras… Pero también concibe productos decorativos como floreros, porta velas, porta inciensos, lámparas, aretes y sonajeros. Cada pieza es única y está elaborada con delicadeza y amor.
El estudio permanente, la tecnología adecuada y las herramientas más eficientes, le han permitido llegar a un nivel de acabado impecable. Sin embargo, ella sabe que cada botella tiene su historia, sus cicatrices. A Anibex le gusta aprovechar los accidentes para crear nuevas piezas extraordinarias con cortes inventados. Así salva las botellas que se astillan en el proceso y también las trae de vuelta. Esas, las accidentadas, ya no serán un vaso elegante, pero sí pueden ser un exótico porta velas que también será testigo de momentos maravillosos.
Todas las botellas son diferentes, aunque sean de un mismo tipo. Cada corte es único e impredecible. Al principio se le rompían en el procedimiento, pero fue ganando en confianza y en destreza. Además de la práctica constante y el trabajo sobre prueba y error, también la ayudó a aprender el contacto con otras experiencias similares en Cuba y el mundo. En el país hay personas que se dedican al trabajo con el vidrio, pero se trata de talleres grandes que producen cantidades para comercializar a otros negocios.
Precisamente por la ausencia de una red de artistas, artesanas y artesanos dedicados a este mismo trabajo, Anibex decidió incluir dentro de la labor de devuelta, una arista de formación. Ella realiza talleres para personas interesadas y les ofrece todos sus conocimientos teóricos. Además, les invita al corte y a que realicen el proceso completo hasta la creación de las piezas. Estos talleres se ofrecen para personas adultas con un abonado módico, pues las herramientas encarecen mucho el proceso. Las manda a comprar con amigos y amigas en una tienda fuera de Cuba y también se complejiza su traslado, pero le llegan y ellas las aprovecha para sus piezas y para enseñar a otros y otras.
También devuelta llega hasta las escuelas y promueve, con charlas educativas, el respeto al medio ambiente y la importancia del reciclaje. Anibex les cuenta a las y los adolescentes que, a diferencia del plástico, que es muy contaminante, el vidrio no contamina. Les dice que es un material muy versátil y creativo. les motiva e incita a cortar sus propias botellas por primera vez.
Es impresionante ver la emoción de las muchachas y los muchachos cuando se acercan a la máquina de corte. Al principio sienten miedo, pero luego se motivan tanto que quieren repetir la experiencia con varios frascos.
En devuelta se crea, se investiga, se experimenta, se sueña con que cada pieza vuelva a la vida siendo única. No es una fábrica de productos de vidrio, a Anibex no le gusta trabajar en serie, ella prefiere dedicarle el tiempo preciso a cada creación. Su objetivo no es producir grandes cantidades para ganar más dinero, ella se centra en el detalle, en el contacto directo con las y los clientes para generar productos personalizados.
Su experiencia en el teatro la ha ayudado a ver más allá, a sentir este proceso como arte y no como un negocio. Ella se esmera en preguntarte cómo te gusta tomar el café, a qué horas tomas el té, si eres una persona solitaria o más de fiestas, y con esa información ella sueña, inventa, crea la maravilla especialmente para ti.
A pesar de contar hoy con la gratitud de sus clientes y con un prestigio incuestionable, ha tenido que sobreponerse a los prejuicios que rodean este tipo de emprendimientos porque, en nuestro contexto, a veces la gente asocia el reciclaje con la chapucería y la vulgaridad. En muchos lugares podemos encontrar vasos hechos con botellas que no tienen un nivel de pulido adecuado y que incluso, llegan a molestar en el contacto con los labios. Ella ha luchado porque sus creaciones sean exquisitas, impecables, hermosas. Lograr eso lleva tiempo y dedicación, horas de teoría y práctica.
Anibex recuerda que las primeras piezas que vendió fueron los sonajeros. A esos les tiene un cariño especial, y son de los productos más creativos porque en ellos se mezclan la visualidad y el sonido del vidrio. A ella le gustan los retos, le gustan los cortes diagonales y las asimetrías. Aunque ha realizado colaboraciones con otros artistas que han intervenido sus piezas, ella prefiere dejar el vidrio al descubierto. Le gusta crear a partir de todas las posibilidades, sin incorporar otros materiales. Ella apuesta por la pureza y la hermosura del vidrio limpio.
Ahora, Anibex está haciendo sus primeras pruebas con el horno para incursionar en el fundido, sin perder la forma original de la botella, ni el sentido de su reciclaje. Hasta el momento ha creado a partir de desbastes y pulidos, pero con la incorporación del horno las posibilidades aumentan. Es una necesidad creativa que expande su universo de experimentación. No le interesa soplar vidrio, ni producirlo, le interesa seguir reutilizando lo que ya existe, como hasta ahora.
Ella trabaja todos los días. Luego de despedir a sus hijos cuando salen para la escuela, se sienta frente a sus máquinas criollas con su sistema artesanal para reciclar el agua. Se coloca su máscara para protegerse del polvo de vidrio, se pone sus audífonos y comienza la danza. Sus manos cambian los discos que van modificando el vidrio en cada fase hasta que se logra el acabado perfecto.
Ella se abstrae del mundo entre diamantes, resinas y fieltros. Allí, en su pequeño patio, tiene su lugar favorito, el sitio para transformar su realidad. El vidrio, dice, no es de fuerza, es de delicadeza. Es por eso que sus manos parecen danzar sobre el disco mientras el agua le salpica los brazos. A veces, mientras realiza un abrillantado con fieltro y óxido de cerio, recuerda cómo empezó lijando a mano con lijas de agua y hasta con piedras de esmeril.
Así vive Anibex y lleva adelante la obra de su vida: devuelta, aprendiendo de los errores y superándose cada día, repitiendo a todos y todas con orgullo: “Yo encontré hace cuatro años lo que más me ha gustado hacer a mí en la vida”.