Caso Hogar “Seguro”: “Sentí ese día que me iba a morir junto con las demás”

Foto: RUDA.

Una de las 15 sobrevivientes del incendio en el Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción testificó en el juicio este 10 de febrero. La joven, quien en ese entonces tenía 17 años, denunció que el día del crimen fue sacada del hospital donde estaba siendo atendida para ser encerrada en el aula donde murieron 41 niñas.

Por Jasmin López

Por videollamada y con su identidad oculta, la testigo referida como “K” relató ante el Tribunal Séptimo de Sentencia Penal los sucesos ocurridos hace 7 años en el Hogar “Seguro”, por los que enfrentan proceso 8 exfuncionarios del Estado.

El 7 de marzo del 2017, un día antes del incendio, las niñas de la sección Mi Hogar y los varones del área San Gabriel, comenzaron una manifestación, en respuesta a los maltratos y carencias que sufrían por parte de los y las monitoras, guardias, y demás personal. 

Durante la revuelta la testigo K resultó herida, por lo que fue trasladada al Hospital San Juan de Dios, acompañada de una monitora. Luego de ser revisada por un médico, quien encontró que la niña tenía la cadera dislocada, la cuidadora insistió en llevarla de vuelta al albergue, contradiciendo las indicaciones médicas de guardar reposo. “La llamaron - a la monitora-, no sé muy bien qué pasó, con quién habló, pero me sacaron del hospital y regresé”, indicó la testigo.

Al llegar al Hogar tampoco le permitieron quedarse en la enfermería y la encerraron en un aula junto a otras 55 niñas. Allí, por medio de los relatos de sus compañeras, se enteró de lo que había pasado mientras ella se encontraba en el hospital: la Policía Nacional Civil (PNC) había contenido la situación, violentando a las y los menores de edad en el proceso: “A varias las amenazaron, las lastimaron, les echaron gas pimienta”. Estos abusos quedaron registrados en videos que se mostraron en audiencias anteriores.

Las 56 niñas permanecieron hacinadas en el salón toda la madrugada del 8 de marzo, sin que las agentes que las custodiaban les permitieran ir al baño ni asearse. Varias niñas tuvieron que hacer sus necesidades fisiológicas allí mismo. No les dieron ropa ni sábanas para protegerse del frío que hacía esa noche, y las colchonetas de esponja que les proporcionaron, como la mayoría de objetos en ese lugar, estaban en mal estado y les faltaban trozos. Esto era porque las mismas niñas se los arrancaban y los utilizaban como toallas higiénicas o papel sanitario, ante la falta de estos artículos en el Hogar “Seguro”, de acuerdo a las entrevistas dadas por otras 10 sobrevivientes en un peritaje elaborado por la socióloga Alba Muñoz.

El incendio comenzó a las 9:01 horas del 8 de marzo.

El fuego

La testigo K dijo que no vio cómo se produjo el incendio, ya que estaba de espaldas cuando pasó. En menos de dos minutos, el salón estaba en llamas. Inexplicablemente, la oficial de la PNC a cargo y acusada en el caso, Lucinda Marroquín, ignoró los gritos de las niñas y se negó a abrir la puerta, la cual estaba cerrada con un candado y cadenas, según el relato de la testigo.

Durante los casi 5 minutos que tardó en abrir, Marroquín se comunicó con otras autoridades de la PNC, hecho que se pudo determinar mediante un análisis realizado a su teléfono. Su demora determinó la muerte de 41 niñas.                                                                    

Finalmente, las agentes abrieron la puerta. “Sentí que pasó como media hora. Había varios policías alrededor, y había bastantes monitoras, monitores (...) Yo salí corriendo, me echaron dos botes de agua, me arrastraron al área donde hacen las llamadas. Los bomberos les gritaban a las monitoras que ayudaran. Me subieron a la ambulancia y allí perdí la noción. Cuando desperté estaba en Estados Unidos”, relató la testigo.

Le dijeron a mis papás que había muerto”

La joven fue trasladada a Boston, Estados Unidos, para ser tratada por especialistas bajo un nombre que no era el suyo. A sus padres les informaron que murió en el incendio. Esto fue rectificado más tarde por la propia testigo, quien corroboró su identidad cuando despertó.

Alrededor de dos meses después pudo regresar a Guatemala, aunque con graves secuelas:

“Tengo amputados 9 dedos, y uno que no me sirve. No tengo trabajo, no tengo apoyo psicológico ni psiquiátrico. (...) No puedo usar la computadora, ni escribir mucho tiempo. No puedo lavar trastes porque se me irritan las cicatrices. El sol me afecta, no puedo caminar mucho. Y pues, aparte las personas me han visto mal, no me han permitido trabajar, solo por saber que fui parte del Hogar Seguro”.

La testigo K es la segunda sobreviviente que testifica en el proceso. Sus testimonios y valentía han impedido que el crimen cometido contra las 56 niñas quede en el olvido.

Ruda

RUDA surgió en 2017 entre reuniones e ideas del consejo editorial de Prensa Comunitaria bajo la necesidad urgente y latente de tener un espacio digital en dónde evidenciar, publicar y visibilizar las luchas de las mujeres.

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