Los ritos de la memoria para las niñas del Hogar “Seguro”
En la Plaza de las Niñas se realizó una vigilia para recordar la memoria de las 56 niñas víctimas del incendio. Foto Jasmin López.
El Altar de las Niñas es un lugar de evocación, de encuentro y de reclamos. Cada año, sin falta, las madres y acompañantes se reúnen en el círculo a elevar oraciones, pensamientos, y cantar canciones para las 41 niñas que murieron y las 15 que sobrevivieron -aunque con quemaduras y lesiones- en el incendio del Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción, el 8 de marzo del 2017.
Por Jasmin López
La tragedia ocurrió en el Tijax, filoso y rompedor, sanador y fuerte. Es además el Día Internacional de la Mujer. Las niñas del Hogar “Seguro” lo sabían y por eso querían estar libres para esa fecha, como lo dijeron ellas mismas la última vez que estuvieron afuera.
Rosa Dimas es la guía espiritual mestiza que ha estado desde el principio, acompañando a las madres y a las sobrevivientes y oficiando las ceremonias de la espiritualidad maya cada 7 y 8 de marzo, la víspera y el aniversario.
Compartió que el “el 8 Tijax nos enseña que a pesar del dolor tenemos que fortalecernos, tenemos que seguir adelante.”
“Esto fue para nosotras bien estratégico, para aterrorizar a las mujeres aquí en Guatemala, para encajonarnos en nuestras casas. Pero lo pensaron mal. Fue la puerta que abrimos con las niñas para salir a revelarnos y no tener miedo. Le salió mal a este sistema militar de opresión, a este sistema de Estado misógino” manifestó.
La ceremonia empieza, pues, en el tiempo previsto y fijado en un día que será para siempre suyo y nuestro.
Foto: Nora Pérez.
Los signos
Las candelas, el incienso y los puros son materiales transmisores del fuego y portadores de los colores principales. Azul: sabiduría, color del nahual Noj; rojo: la fuerza femenina, el Aq’ab’al, la sangre; negro: la oscuridad, el descanso y los sueños, la trascendencia y la transición; blanco: Iq, el viento, el sagrado cargador del tiempo, el oxígeno; amarillo: la fuerza de nuestra Pachamama, nuestra matriz y la fuerza del universo que nos habita; verde: la comunicación con los cuatro puntos cardinales y la memoria de nuestras ancestras.
Estos colores están también presentes en el ADN, explicó Dimas, por lo que el cuerpo es un conductor y una parte central de los rituales.
Foto: Jasmin López.
El fuego
Podría parecer un poco macabra la invocación del elemento que se utilizó para cometer el femicidio, pero en este lugar se reclama también el fuego.
“Dentro de la colonización nos dijeron que el fuego es malo. Porque también había en aquel tiempo una psicosis colectiva, me imagino, porque muchas mujeres fueron quemadas, comunidades fueron quemadas como lo hemos visto en el genocidio, y en las guerras, en Guatemala y en América, y en el mundo”, explicó la guía espiritual
“Siempre el fuego ha sido un arma estratégica, un mecanismo de guerra militar para poder someter a las poblaciones. Sin embargo, nosotras rescatamos la importancia que tiene el fuego a través de las culturas milenarias”, afirmó.
El fuego es una vía de comunicación. “Es necesario que todas las mujeres sepamos que el fuego habla. Cuando tú invocas el fuego, las abuelas se manifiestan, te comunican las cosas, te dicen qué camino seguir, incluso te dicen también qué se aproxima”, agregó Dimas.
Foto: Meme Solano.
El círculo
El altar nació una semana después de la tragedia. Fue creado con el objetivo de no olvidar la violencia que se ensañó contra las más vulnerables. La forma circular de su interior mide 7 metros, la misma longitud que tenía el aula donde la policía encerró a las 56 niñas por varias horas y donde más tarde se suscitó el incendio.
Está rodeado de cruces con lápidas tejidas por las manos de otras niñas y girasoles cuyos pétalos representan a las víctimas, sobrevivientes, y a todas las mujeres del mundo.
Está en la Plaza de la Constitución, ahora Plaza de las Niñas, y seguirá estando porque lo volverán a reconstruir cada vez que intenten destruirlo. Seguirán llegando las madres, las jóvenes y las redes de mujeres a decir sus nombres uno por uno en el lugar que ahora es sagrado.