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Más de dos mil mujeres han sido asesinadas en los últimos 4 años

Según datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), 2145 mujeres han sido asesinadas en Guatemala entre enero del 2019 y julio del 2022. Es decir que cada 10 días, 23 mujeres mueren de forma violenta. Esta problemática constituye una de las múltiples expresiones de dominación masculina. 

El INACIF considera como muertes violentas a aquellas ocurridas de cinco maneras: por asfixia, quemaduras, decapitación y por el uso de arma de fuego o arma blanca. La mayoría de los femicidios ocurridos entre 2019 y 2020 (48%) fueron provocados por armas de fuego. Además, otro 29% fueron casos derivados de distintas formas de asfixia, como ahorcamiento, comprensión abdominal y sofocación. 

El 56 % de las mujeres asesinadas eran jóvenes y se encontraban entre las edades de 10 y 30 años. 

¿Qué ocurrió con la pandemia? 

Durante el 2019, 668 mujeres fueron asesinadas. Del período analizado, el año 2020 fue el que menos muertes violentas registró (un total de 485). Sin embargo, durante el 2021, la cifra aumentó de nuevo, registrando 660 femicidios. Además, durante el período de enero a julio del 2022, 333 mujeres fueron asesinadas. 

Algunos analistas plantean que en el contexto de la pandemia de covid-19, el hecho de que las mujeres permanecieran dentro de sus hogares y no en el espacio público es la razón por la que los femicidios disminuyeron. Sin embargo, la socióloga Silvia Trujillo no está de acuerdo con esta hipótesis. “Es como decir que si nos quedáramos en nuestras casas no nos matarían, y esto no es cierto. Sabemos que el espacio privado es uno de los más peligroso para nosotras”, señaló. 

Según la socióloga, la violencia contra la mujer es un tema de poder y control.  Si bien las cifras de muertes violentas de mujeres disminuyeron durante el 2020, esto no significa que sucedió lo mismo con las otras expresiones de violencia contra la mujer. En el contexto del confinamiento derivado de la pandemia de covid-19, “es muy probable que las mujeres estuvieran bajo el control estricto de sus convivientes y esto no les permitía, por ejemplo, salir a denunciar las violencias que vivían ante el Ministerio Público (MP). No disminuyó la violencia contra las mujeres, en todo caso, lo que bajó fue la posibilidad de movilizarse hacia las instituciones para poder denunciar”, explicó. 

Los departamentos con más femicidios

Un 7% de las muertes violentas de mujeres ocurrieron en Escuintla, mientras otro 6% en Chiquimula. Pero casi la mitad de los asesinatos (42%) sucedieron en el departamento de Guatemala. A nivel nacional, uno de cada tres femicidios se registraron en los municipios de Villa Nueva, Mixco y Ciudad de Guatemala. 

Según Silvia Trujillo, esto obedece a la densidad poblacional del país. “Casi el 21% de la población nacional se concentra en el departamento de Guatemala. En la Ciudad de Guatemala vive más o menos la mitad de la población urbana del país. Entonces, donde hay más alta concentración poblacional es también donde existe mayor cantidad de muertes violentas”, señaló. Estas cifras, entonces, responden a una cuestión de probabilidad estadística. 

Existen también otras hipótesis que pueden explicar esta tendencia. Una de ellas, afirma que es en la ciudad donde se concentran los mayores índices de criminalidad, “y en los departamentos con mayor cantidad de población indígena, no. Pero para comprobar esto, tendríamos que analizar más información y comprobar si existen comportamientos similares en otras regiones”, explicó Trujillo.

La dificultad de acceder a datos

En 2008, el Congreso de la República aprobó la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia Contra la Mujer. En su artículo 20, establecía la creación del Sistema Nacional de Información sobre Violencia Contra la Mujer (SNIVCM), y facultaba al Instituto Nacional de Estadística (INE) como responsable de generar indicadores e información estadística sobre estos actos. Los datos se obtendrían de instituciones como el MP, la Procuraduría General de la Nación (PGN), la Institución del Procurador de los Derechos Humanos (PDH), la PNC, el INACIF, el Instituto de la Defensa Pública Penal y Bufetes Populares.

El último informe publicado por el SNIVCM corresponde al año 2018, con datos del 2017. Entonces, según Trujillo, “una de las mayores dificultades para el país (y analizar esta problemática) es que no se cuenta con un registro unificado de datos”. 

No existe un registro unificado de datos de violencia contra la mujer. En total, son 4 instituciones quienes los manejan: la Policía Nacional Civil (PNC), el MP, el INACIF y el Organismo Judicial.  La primera es quien realiza la primera aproximación al lugar de los hechos, no tipifica pero señala qué tipo de crimen pudo haberse cometido. El segundo, es el encargado de realizar las investigaciones de los hechos y el  tercero, es quien realiza los peritajes y evaluaciones médicas a las víctimas y sobrevivientes. Por su parte, el sistema judicial registra únicamente las sentencias (de existir). 

La violencia contra las mujeres 

Según Rita Segato, la violencia contra las mujeres es una expresión de dominio patriarcal. Está siempre presente pero, por momentos, pareciera exacerbarse y aumentar. “Ahora, estamos viendo nuevas formas de crueldad, como fue el caso de Nesly. El poner a los cuerpos en la vía pública con signos de violencia, evidencia el escarnio y el odio hacia nosotras. En estos contextos, cuando aparece mayor crueldad e incrementan los casos, se evidencia concretamente la crisis del Estado y su fracaso”, explicó Silvia Trujillo. 

Los femicidios, entonces, son la expresión también de una crisis política. “En escenarios de altísima impunidad por supuesto tiene que ver con ejercicio de poder patriarcal,  pero hay que ir más profundo. Es una necesidad del patriarcado de reforzar sus lógicas de poder. Hay una guerra no declarada contra las mujeres y tiene estos momentos de crueldad terrible”, señaló la socióloga. 

El impacto 

Silvia Trujillo invita a reflexionar sobre cuánto pierde la sociedad con cada de las muertes violentas de mujeres. “La pérdida, el vacío y el daño que queda en las vidas de sus familias es enorme. Hay una serie de complicaciones que tienen que ver con su ausencia. Pero hay una cuestión que yo también remarcaría: la sociedad como cómplice al haber normalizado la violencia contra la mujer”, estableció. 

“Esta sociedad autoriza, quizás no de manera explícita pero sí de manera cotidiana, la violencia contra las mujeres. Está ausente frente a la demanda de vida que las mujeres organizadas tenemos desde hace mucho tiempo”, explicó Trujillo. 

Es en los cuerpos de las mujeres donde se manifiesta el fracaso del Estado, pero también donde se imprime la dominación masculina. El incremento de las muertes violentas de mujeres, entonces, envía un mensaje claro a la sociedad expresado en los cuerpos de las mujeres: “la quieren calladita, obediente. Sumisa y sin cuestionar. Esto, previo a un año electoral es sumamente preocupante porque en este contexto la violencia de todo tipo aumenta y ya tenemos ante nosotros un aumento de la muerte violenta de mujeres. Entonces las expectativas no son para nada alentadoras”, finalizó.