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Los caminos hacia la justicia feminista parte III: el recorrido hacia la sanción

El recorrido hacia la sanación

En una entrevista realizada por Celeste Mayorga de RUDA a Lorena Cabnal el 20 de febrero de 2020, la integrante de la Red de Sanadoras Ancestrales menciona que la sanación es un camino político: “La sanación es un acto personal, político y consciente que puede colectivizarse, a diferencia de la psicología que lo deja en un plano individual. A nosotras nos gusta decir: Sanando yo, sanas tú. Sanas con el agua pero el agua también tiene que ser sanada.”

A lo largo de los territorios, se llevan a cabo procesos de sanación como un ejercicio personal, colectivo y político que toma los saberes ancestrales de las mujeres, considerando la opresión histórica y estructural hacia los cuerpos de las mujeres en distintos pueblos. Especialmente, los procesos de acompañamiento y sanación se generan con sobrevivientes de violencia sexual.

Desde la organización Actoras de Cambio, la psicóloga y orientadora estratégica Liduvina Méndez interpreta la sanación como los caminos que puedes encontrar para otra vez estar en equilibrio y bienestar luego de experiencias de violencia. Se trabajan procesos colectivos, como casos de violencia sexual.

“Qué caminos se recorre para ello son muchos, pero a veces no los vemos. Esos caminos personales también están llenos de estrategias de sobrevivencia que actúan desde el primer momento en el que tú sientes malestar o desequilibrio. Actúa tu cuerpo y tu ser, y generamos estas estrategias de sobrevivencia, que pueden ser expresadas en inteligencias múltiples de cómo manejar casa situación específica” comenta Liduvina. Sin embargo, menciona que en otras la carga es tanta que no se encuentran formas de salir que la energía solo se usa en estar viva. “Entonces la sanación es cuando tú enfocas tu atención, tu decisión y tu elección en hacer un cambio en esas situaciones que te lleven al equilibrio otra vez. Para mi esa es una ruta maravillosa, porque se centra en nosotras, no se centra en lo que espero que el otro haga, porque si seguimos esperando respuesta de afuera puede ser que nos llegue la muerte y no pase nada.”

Ante la violencia, uno de los elementos que la sostienen es el silencio. Y este es un aspecto donde Liduvina ve avances: “Pienso que actualmente, una de las señalas de que el patriarcado se está cayendo es que ya se rompió el silencio. Entonces ya es una cosa de la que todo el mundo habla, y el silencio es un factor determinante en sostener esas violencias”.

Otra de las consecuencias de la violencia en la vida de las mujeres es la profundización de la falta de amor propio. “La propuesta no es solo centrarse en mí misma, pero una de las cosas que sucede con la violencia es que el amor propio se destroza. Ya de por sí esta sociedad no nos facilita amarnos a las mujeres, nos facilita odiarnos o despreciarnos”.

Asimismo, es importante recalcar la decisión de las mujeres, nunca obligar a tomar cierta ruta. “Sin ser lineales, porque esto es circular. En el centro está la decisión y la elección que toma la persona sobreviviente. Puede ser que decida la denuncia formal, pero puede ser que decida que eso no es lo que quiere. Lo que nosotras proponemos es hacer un proceso de descarga de toda esa energía negativa que está en nuestros cuerpos, que nos atrapa y que no nos permite dar el paso.” puntualiza Liduvina.

¿Qué puedo hacer?

En este texto se abordan algunos de los caminos que, en Guatemala, se han planteado como medios para acceder a la justicia después de experiencias de violencia. El énfasis es que cada decisión es personal y no debe ser sujeta de ninguna presión. El reconocimiento de las violencias es un elemento en común, y la ruptura del silencio por parte de las mujeres que se reconocen como sobrevivientes luego de empezar a sanar las historias de violencia y victimización.

El carácter social de la violencia contra las mujeres, sostenido desde la enseñanza de roles de género, la falta de voluntad en los funcionarios públicos para corresponder los compromisos del Estado y las formas de violencia que no se reconocen como delitos han sido elementos analizados desde el feminismo para problematizar la violencia y nombrar los actos más normalizados que suelen no reconocerse como violentos.

Es así como las mujeres pueden apoyarse de marcos distintos para nombrar, denunciar, sanar. En cada ruptura del ciclo de violencia, se remarcan los efectos positivos que tendrá para otras mujeres, ya sea para animarles a tomar acciones, para fortalecer las redes de apoyo, generar estrategias de prevención y tener más herramientas que permitan tomar decisiones sobre sus vidas.