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Ester Miza, la pintora que preserva la memoria y cultura de San Juan Comalapa

A través del arte, Ester Miza ha convertido su vida en un testimonio de resistencia y cultura. Con más de 30 años de trayectoria, la pintora de San Juan Comalapa lucha por preservar las tradiciones de su pueblo maya Kaqchikel, mientras enfrenta los desafíos de ser mujer, madre soltera y artista indígena en Guatemala.

Por Prensa Comunitaria*

Fotos de Joel Solano

A 82 kilómetros de la ciudad de Guatemala, se encuentra un municipio que recibe a propios y extraños con murales de colores que no solo retratan la historia, tradiciones y vida diaria de los habitantes sino también la creatividad de quienes mantienen vivo el arte de la pintura.

Las paredes del cementerio general de San Juan Comalapa, en el departamento de Chimaltenango, son el lienzo de artistas como Ester Miza que ha dedicado más de tres décadas de su vida a la preservación de las tradiciones de su pueblo maya Kaqchikel a través del arte. El estadio Las Victorias y la escuela Panimab’ey también son espacios públicos convertidos en galerías de arte en donde resaltan escenas como el “Baile de los moros”, “Los días de feria” y “La quema del torito”.

Ester Miza, pintora maya Kaqchikel.

Miza tiene 42 años y forma parte de una generación de artistas que ha perfeccionado su técnica a través de los años. “El arte lo llevo en mi sangre”, dice Miza refiriendo su talento como una herencia ya que viene de una familia de artistas en donde destacan sus tíos, los hermanos Miza Coy, y en tercer grado el pintor Andrés Curruchich, pionero del estilo naïf en San Juan Comalapa. Este estilo surgió en el siglo XX y representa la realidad sin pretensiones técnicas, pero que resaltan temas cotidianos y de la vida rural.

Andrés Curruchich ganó relevancia en la década de 1930 cuando su interés por la pintura al óleo y sus pinturas primitivistas (creaciones que representan la vida de los indígenas, tradición y valores de la comunidad) también fueron exhibidas en Estados Unidos. Su éxito lo motivó a enseñar la técnica. En la década de 1980, surge una generación de mujeres pintoras que optan por el estilo surrealista (paisajes con mezcla de primitivismo).

“Inicié a los ocho años, me sentía atraída por el dibujo y la pintura, participaba en concursos escolares, y poco a poco esa pasión creció hasta convertirse en parte de mi vida”, recuerda Ester, quien también es gestora cultural y enfermera.

Aunque inicialmente recurrió a la pintura para apoyar económicamente a su familia, su visión del arte cambió cuando se unió a la Coordinadora Juvenil de Comalapa. Fue entonces cuando comprendió el impacto del conflicto armado interno, que duró 36 años en Guatemala y comenzó a plasmar estos temas en su obra, transformando su arte en una herramienta de denuncia y memoria histórica.

“El arte es un espacio de expresión que no siempre encontramos en otros ámbitos. Es una forma de recordar a nuestros ancestros y de contar las historias que muchas veces se intentaron silenciar”, describe la artista.

Fue así como en 2008, Ester Miza decide realizar una serie de pinturas que narran visualmente las violaciones a derechos humanos durante el conflicto armado interno. Aunque en ese momento creyó “que no iban a servir de nada”. Entre 2023 y 2024 varios medios de comunicación y galerías mostraron su interés por promover esta obra. La colección ganó relevancia y actualmente se expone en el Palacio Nacional de la Cultura bajo el título “Antes que nos nombraran, ya teníamos nombre”, un testimonio poderoso de la resistencia y la memoria.

Miza sostiene una de sus pinturas que hace alusión al papel agresivo que jugó el destacamento militar en San Juan Comalapa, durante el conflicto armado.

Desafíos como mujer y artista

El camino no ha sido fácil. Ester ha enfrentado barreras relacionadas con su identidad como mujer maya Kaqchikel. “Ser mujer y ser indígena a menudo significa toparse con limitaciones. Muchas veces no se cree en nuestro trabajo, y eso dificulta avanzar”, lamenta. Además, como madre soltera, Miza ha tenido que lidiar con responsabilidades adicionales que han puesto a prueba su resiliencia.

Pese a estas adversidades, su determinación la ha llevado a participar en eventos internacionales en países como Bolivia, Perú, México y El Salvador. Actualmente, prepara una exposición en Estados Unidos, programada para septiembre de este año. “Es un desafío constante, pero también una oportunidad para mostrar lo que hacemos en San Juan Comalapa y reivindicar el papel de las mujeres artistas”, asegura.

La artista maya Kaqchikel ha logrado participar en eventos internacionales.

Actualmente, tiene 15 murales en espacios públicos de este municipio de Chimaltenango. El 2024 lo recuerda como un año “con fuerza” ya que le trajo oportunidades trascendentes y un premio otorgado por parte de la Vicepresidencia. Además, a finales del año pasado también presentó su arte en la embajada de Estados Unidos en Guatemala.

Ester ha enfrentado y superado desafíos, convirtiéndose en un referente local por eso apuesta por abrir espacios de exposición para el arte de las mujeres sobre todo artistas indígenas con el objetivo de fomentar la pintura en niñas, niños y jóvenes.

Para ella, los murales no solo embellecen los espacios públicos, sino que también son un medio para educar y conectar a las nuevas generaciones con sus raíces. “Tenemos una cultura rica que debemos cuidar. Necesitamos más espacios reconocidos como patrimonio cultural y garantizar que nuestras tradiciones no se pierdan”, expresa.

Una niña sonriendo con su indumentaria maya Kaqchikel, plasmada en un mural, destaca el trabajo de Ester Miza en San Juan Comalapa.

Miza también aboga por la organización de las mujeres artistas en San Juan Comalapa. “Hace falta más unidad entre nosotras. Muchas veces no participamos en las oportunidades que se nos ofrecen, y eso limita nuestro impacto. Necesitamos trabajar juntas para visibilizar nuestro trabajo y exigir espacios para desarrollarnos”, asevera.

En San Juan Comalapa no solo la pintura se ha convertido en parte fundamental de su identidad y herencia cultural sino también la música, poesía, cine y escultura convirtiendo cada espacio en una galería de arte. En la música destaca Rafael Álvarez Ovalle, autor del Himno Nacional de Guatemala, Sara Curruchich y Ch’umilkaj Nicho.

Ester Miza recorre un espacio lleno de murales en San Juan Comalapa, Chimaltenango.

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Un legado que perdura

A pesar de los desafíos, Ester Miza ha dejado una huella imborrable en su municipio. Su trabajo no solo ha embellecido su comunidad, sino que también ha servido como un recordatorio de la importancia de la memoria y la identidad cultural.

“Conocer nuestra historia y nuestras raíces es fundamental para cambiar nuestra perspectiva y entender quiénes somos. Solo así podremos preservar y fortalecer nuestra cultura”, expresa la artista que busca fomentar en las futuras generaciones que el arte no solo es un medio de expresión, sino también una herramienta para el cambio y la resistencia.

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*Con información de Joel Solano y Nathalie Quan