RUDA

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El jardín de nosotras

Por Alejandra Mayén

Escucharon de un lugar llamado Primavera,

donde no son escasos los colores.

Se plantearon construirla.

Ordenaron: traigan la suavidad de sus pétalos

y la dulzura de su fragancia.

Mas cuando encontraron la dureza de nuestras espinas

y la resistencia de nuestros tallos, reclamaron:

“¡Así no se hace primavera!”

 

Ordenaron: entonen, con dulces trinos,

melodías de amor y ternura.

Mas cuando encontraron en nuestros labios

la hiel provocada por sus acciones, reclamaron:

“¡Así no se hace primavera!”

 

Ignorantes de la creciente desaparición de jacarandas,

indiferentes al dolor de las girasoles;

detuvieron nuestro ímpetu con enredaderas, y reclamaron:

“¡Qué sabrán ustedes de primavera!”

 

Aisladas y prácticamente desechadas;

nos encontramos entre nosotras.

 

Abundaban alas de distintos tonos naranja;

entre los verdes, resaltaban los blancos y los rojos;

a las alturas, se extendía el lila, amarillo y rosa;

y a la noche, sobrevolaban alas negras.

 

Idealizadas de no saber de primaveras;

nunca sufrimos de escasez de colores.

 

Cuando empezábamos a olvidar su existencia,

llegó a nuestros oídos un creciente rumor;

como se escuchan los pequeños pasos de la lluvia

al encontrarse cercana;

volvimos a escuchar de ese lugar, llamado Primavera.

 

No nos han invitado a construirla;

hemos sido nosotras que la hemos llamado.

Pues quienes nunca han hecho jardín,

menos sabrán de Primaveras.

Nota de la autora:

El poema describe cómo, en la política, a las mujeres se nos ha negado un papel protagónico y nuestras necesidades han sido dejadas de último. Sin embargo, nosotras nos acuerpamos en colectividad y hemos hecho sendero para ocupar espacios políticos. Hemos construido nuestro propio jardín, con la libertad de ser cada parte de nosotras mismas.

Ante la posibilidad de un cambio por la situación política en la que nos encontramos, reclamamos que las mujeres y a todos los grupos que históricamente han sido excluidos y silenciados sean tomados en cuenta. Para que la primavera sea genuina, debemos florecer todas las personas que la integramos.  

No seremos más solo la parte decorativa de la primavera.