RUDA

View Original

¿Cómo aborda el Estado guatemalteco la educación y salud menstrual?

El tabú de la menstruación es un hecho que ha sido denunciado por sus consecuencias, no solo personales sino sociales. El estigma hacia las niñas cuando inician su ciclo menstrual, el desconocimiento sobre el funcionamiento del cuerpo, la falta de acceso a productos y servicios de gestión menstrual son fenómenos que se entrelazan profundizando la brecha de desigualdad de género.

Por ello, la organización Period. The menstrual movement at Guatemala realizó el foro “Educación y Salud Menstrual desde las Instituciones Públicas”, en donde se dio cita a representantes de distintos ámbitos del Estado para compartir qué se está haciendo para atender la pobreza menstrual.

La coordinadora de Period Guatemala, Andrea Reyes, comentó sobre este evento que “fue considerado como uno de los primeros espacios en Guatemala que abordaron diferentes retos y avances que se tienen alrededor de la salud menstrual”. Asimismo, el foro forma parte de una serie de iniciativas para combatir el poco o nulo acceso a productos de gestión menstrual y las limitaciones de higiene que viven muchas niñas.

Los productos de gestión menstrual: un lujo

Las panelistas hicieron referencia a un fenómeno que ha sido nombrado como “impuesto rosa”. Este se refiere al porcentaje extra de dinero que las mujeres pagan por consumir productos iguales a los que usan los hombres pero que son divididos por género, haciendo versiones rosas o lilas de los mismos. También se refiere al gasto extra que las mujeres realizan para comprar productos de gestión menstrual, sean toallas sanitarias, tampones, discos o copas menstruales entre otros.

Si el acceso ya está limitado por factores económicos, este se agrava para ciertas poblaciones de mujeres. Este es el caso de las privadas de libertad, una historia que fue abordada en el foro desde los relatores contra la tortura en Guatemala, Otto Paz y Mario Veras, y la procuradora adjunta de la PDH, Claudia Maseli.

Se mostraron datos donde se visibiliza que, de las 2 mil 791 mujeres privadas de libertad solo el 1 por ciento tiene acceso a productos de gestión menstrual. La situación de la gran mayoría de mujeres es de precariedad en el sentido de la salud en general, pero específicamente con la menstruación. Se mencionó cómo las mujeres han tenido que acudir a métodos poco seguros, como el uso de panes, telas y calcetas para gestionar su menstruación, y que cuando hay disponibilidad de toallas desechables llegan a optimizar el uso hasta una sola por día.

Sobre este tema, se cuestionó acerca de qué puede hacer el Estado para que los productos de gestión menstrual dejen de ser un lujo. La diputada Ligia Hernández mencionó la importancia de incluir estos productos como parte de la canasta básica, ya que actualmente muchas mujeres tienen que decidir entre comprar alimentos o gestionar su menstruación. La diputada Andrea Villagrán también mencionó la exoneración de impuestos a estos productos para hacerlos más accesibles, y que sean brindados de manera gratuita en centros educativos y de salud.

Los obstáculos para atender la salud menstrual desde el Estado

Uno de los señalamientos que realizaron las ponentes fue que, al haber una mayoría de hombres en puestos de toma de decisión, difícilmente comprenden la importancia de la educación menstrual y de poder gestionar la menstruación de manera digna. Esto fue reconocido también por el presidente de la Comisión de la Mujer en el congreso, Manuel Rivera, quien abrió el foro mencionando que para él fue impactante saber estos datos.

Maryola Martínez, ginecóloga y obstetra de la Clínica del Adolescente en el Hospital San Juan de Dios, recalcó la importancia de la educación en salud menstrual. Menciona que uno de los mayores obstáculos es que las mujeres no se sientan empoderadas sobre su propio cuerpo, y que interpretan la menstruación como una enfermedad. En ese sentido, recalcó la importancia de brindar educación a todos los niveles sobre los ciclos de la adolescencia, para normalizar los procesos biológicos y eliminar el estigma. La procuradora adjunta también agregó la importancia de la Educación Integral en Sexualidad como parte de la apuesta para eliminar los estigmas sobre el cuerpo.

Desde los gobiernos locales, la alcaldesa Jeaneth Ordoñes integrante de la Asociación Nacional de Municipalidades -ANAM- mencionó que estos conocen de cerca la realidad de las comunidades que representan, y en ese sentido, el tema de la menstruación es visto con mucho estigma y tabú. Lo que afecta a las niñas y adolescentes en distintas etapas de su vida, incluido el acceso a la salud y la educación. Se ha reportado que muchas niñas dejan de estudiar cuando comienzan a menstruar por distintas razones, desde la discriminación, la falta de acceso a productos de gestión menstrual y siendo a ser víctimas de violencia sexual.

Qué pueden hacer las instituciones

El foro concluyó preguntando a las panelistas sobre qué se podía hacer desde cada espacio que conforman para atender la falta de educación y salud menstrual. Las respuestas fueron varias: desde insistir en las recomendaciones en materia de derechos humanos que ya se han hecho al Estado de Guatemala, capacitar a funcionarios públicos sobre el tema y a las mujeres privadas de libertad sobre sus derechos, avanzar el la agenda legislativa pendiente en favor de las mujeres, proteger los presupuestos destinados a la salud de las mujeres y visibilizar que acceder a una gestión menstrual digna es un derecho humano.

Se enfatizó la importancia de analizar distintos factores sociales que se suman al camino para la justicia menstrual, desde las condiciones económicas, la migración, los estigmas sociales. Son diálogos que se inician desde las jóvenes para promover políticas públicas e iniciativas de ley que combatan los estigmas y las condiciones que obstaculizan las menstruaciones dignas.